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El efecto llamada de la futura normativa que dificultará aún más abrir bares en centro con el fin de reducir la contaminación acústica, unas licencias más ágiles y la crisis han propiciado que aumenten los bares en Centro, según denuncian los vecinos, quienes se quejan del ruido que generan. El Ayuntamiento dice que no ha habido un aumento significativo de estos negocios.

 

«Este bar es nuevo. Lo vi hace tres días por primera vez». «Mira este no tiene ni salida de humos ni nada». Con comentarios como este Jordi Gordon, de la asociación de vecinos Asamblea Ciudadana Barrio Universidad, va salpicando un paseo por la zona dePez-Luna-Ballesta, al que ha invitado a este digital. En la calle del Pez cuenta casi veinte bares y en la Corredera Baja de San Pablo en un momento señala tres locales abiertos en menos de un año. «Últimamente los bares se han multiplicado», critica este portavoz de la asociación que denunció hace un año, tras hacer un recuento, queen Malasaña había 500 bares, uno por cada 70 habitantes. Andrés Rubio, camarero del Pez Gordo, uno de los bares pioneros en la zona, asegura que en los últimos seis meses ha visto abrir tres bares en Pez y hasta nueve en la zona de Ballesta.

 

La percepción de los vecinos es que la apertura de bares ha ido a más, sobre todo en los últimos meses, y con ellos también el ruido. La asociación apunta varios motivos: la nueva normativa de licencias oel efecto llamada que, a su entender, está provocando la futura zona de protección acústica (ZPAE) del distrito Centro, que dificultará la apertura de nuevos locales con el objetivo de controlar la contaminación acústica.

El Ayuntamiento no ha facilitado a este digital datos sobre cuántos bares se han abierto, pero señala que «no hay un aumento excepcional de bares en los últimos meses», entre otros motivos porque «en Centro hay pocos locales disponibles». Desde la asociación reconocen que hay zonas, como la plaza del Dos de Mayo, que ya estaban saturadas, pero hay otras donde aún había margen que han acabado por hacerlo ahora. «No se hace nada para evitar que los problemas crezcan», protesta Jordi Gordon, que apunta que el anuncio de una normativa más dura contra el ruido en Centro -ya existen limitaciones- ha hecho que a muchos empresarios les entre la prisa.

 

Normativa más estricta
Desde 2002 existen limitaciones marcadas por la zona de actuación acústica de Centro, que en algunas calles impide abrir más bares o en otras que las nuevas aperturas coincidan con negocios similares en los edificios colindantes, pero cuando se apruebe la zona de protección acústica de Centro será aún más difícil. «Se está notando desde hace unos meses. Si antes teníamos dos peticiones ahora tenemos 20», indica Isabel Méndez, jefa de Control Periódico de Eqa, una de las empresas privadas que colaboran con el Ayuntamiento en la gestión de licencias y que se conocen como ECLU.

Méndez indica que el aumento se empezó a notar hace unos pocos meses cuando se anunció que la zona de protección acústica que preparaba el Ayuntamiento podía incluir medidas como la prohibición de abrir más bares o adelantar el horario de cierre en Centro, al igual que sucedió en 2010 en la zona de Aurrerá, donde se empezaron a tomar estas medidas como experiencia piloto para reducir el ruido. El grueso de estas solicitudes aún no se ha terminado de cursar, pero, al estar en trámite antes de la aprobación definitiva de la ZPAE, no les afectará, según explica la trabajadora de la empresa de licencias. «Ahora mismo abrir un bar sería una temeridad por la amenaza de reducción de horarios y de limitación para hacer reformas», indica, en cambio, un portavoz de la Asociación de Empresarios de Ocio Nocturno de la Comunidad.

 

Licencias más rápidas
Los vecinos aseguran que llevan más de un año esperando la normativa y que cuando se vaya a actuar en la zona Pez-Luna-Ballesta ya estará saturada y se habrá incrementado el número de bares en todo el distrito Centro. Los vecinos señalan que la nueva concesión de licencias que viene realizándose desde 2010, cuando el Ayuntamiento la externalizó en parte, está en la raíz del problema.

Según explica una portavoz del Ayuntamiento y la técnico de una de las empresas encargadas de su gestión, los requisitos son los mismos que antes, pero ahora los trámites se han acelerado, pues se tienen que cumplir unos plazos. Aunque para algunos negocios basta con una comunicación previa, para restaurantes y bares es necesario seguir un procedimiento más exhaustivo, en el que para obtener la licencia de apertura es necesaria la revisión in situ del local del Ayuntamiento. Además, si el edificio o la fachada están protegidos (algo muy común en Centro) el proyecto tiene que obtener la aprobación de la Comisión de Patrimonio, que suele alargar el proceso. «La normativa es la misma, pero el proceso va ahora más rápido. Antes la concesión de licencias estaba bloqueada», apunta Méndez.

 

Triball
Triball es otra de las causas del aumento de bares, según los vecinos. Esta plataforma llegó al barrio con la intención de revitalizarlo y alquilar locales que estaban cerrados o que eran burdeles. Según reconocen, algunos de los bajos que se abrieron como tiendas de moda ahora, con el avance de la crisis, se han reconvertido en bares, porque «se mantienen mejor». Su portavoz señala que es un fenómeno que también se está dando en Malasaña en general. Además, las licencias de los clubs de alterne facilitan la apertura de bares.

«Todo el Centro está saturado de coches, de gente, de contaminación», critica Gordon, quien explica que su asociación apoya el endurecimiento para permitir la apertura de más bares que prepara el Ayuntamiento, pero mantiene que llega tarde. La Asociación de Empresarios de Ocio Nocturno critica que la normativa que aprobará el Ayuntamiento en julio según sus informaciones, «imposibilitará que se realice cualquier nueva actividad hostelera» en Centro, con la prohición de abrir bares en algunas zonas, la obligación de reservar plazas de aparcamiento para algunos negocios o las limitaciones para hacer reformas. Los vecinos, no obstante, no achacan a estos negocios todo el ruido que sufren, sino también al tráfico o el botellón. «¿Qué hace más ruido? Todo a la vez», apunta Gordon.

 

Noticia Extraída de madridiario.es del 14 de Junio de 2012

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